La vida de Sor Marta fue breve. Sólo 30 años fueron suficientes para alcanzar la cumbre de la santidad, entregando su vida completamente al amor de Dios y de los pobres, en el estilo vicentino, con las virtudes de humildad, sencillez y caridad, las virtudes propia de las Hijas de la Caridad, dadas por San Vicente. Ella serviría toda su vida a los enfermos, en los hospitales que la Compañía la envió.
Hoy más que ayer, se nos llama a ser sembradores de esperanza, a ser portadores de la Buena Nueva a los pobres, anunciadores de misericordia a tantos enfermos y enfermas de nuestra sociedad, por eso nos dirá hermosamente el Santo Padre Benedicto XVI en su última Carta Encíclica que seamos ” Misioneros y Misioneras de Esperanza en el mundo de hoy”, Que nuestra Nueva Beata, Sor Marta Wiecka, como buena “Madrecita” desde el cielo, interceda por todos nosotros para que seamos LUZ en el mundo, LUZ de Esperanza en medio de los pobres, porque ellos más que nunca son nuestros amos y señores…porque hoy mas que nunca esos pobres a quienes, no pueden esperar, ellos necesitan ser iluminados por la Fe, la Esperanza y la Caridad, ellos necesitan ser servidos, amados y consolados.
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